jueves, 24 de octubre de 2013

Bloque III Recursos y materiales para abordar el bloque final del curso EPJA

Hola a todos y todas:

Hay momentos en los que uno mismo se cuestiona cuáles acontecimientos en la vida de un país, una comunidad, un pueblo son parte de un proceso de Educación de Adultos, sea de manera formal, informal o circunstancial.

México no puede prescindir de analizar y conocer en profundidad lo acontecido el 2 de octubre de 1968, a una semana de la inauguración de las Olimpiadas en México.

Efectos posteriores en la vida social, política, cultural y económica de nuestra nación tuvieron lugar posterior a la masacre en contra de la juventud. Hay testimonios, historias y entrevistas documentadas como el libro de Elena Poniatowska, "La Noche de Tlatelolco", pero parece que nadie advierte que ese día 2 de octubre las ráfagas de metralleta iniciaron desde el mediodía y las tanquetas y convoyes del Ejército de la Represión fueron colocados un día antes por la noche, desde el 1 de octubre.

El enlace para que puedan documentarse en este foro de Análisis para esta temática controversial aquí.

La idea es que puedan ver y escuchar las diferentes fuentes de información y recuperar para este seminario su poder educativo, su poder de transformación y su poder como medio para socavar las bases de la organización de las Democracias alrededor del México postolímpico.

Saludos, iremos subiendo preguntas como guía de discusión y como aportes de Todos para esta parte final del Seminario, la corriente indigenista de EPJA sigue vigente, aquí un recurso legal. Ustedes tienen la iniciativa, este módulo es de análisis de las leyes y su fuerza para garantizar el Derecho a la Educación de Adultos y Jóvenes en México.

Sergio Velasco Profesor de la materia.

Materiales del Bloque II y Preguntas sobre el prólogo de Pedagogía de la Esperanza

Hola a todos y todas:

Estas son las 9 preguntas del prólogo de Carlos Nuñez a la obra de Freire, Pedagogía de la Esperanza.


PREGUNTAS sobre la Pedagogía de la Esperanza de Paulo Freire.
 
1.       ¿Por qué considera Freire la necesidad de educar la Esperanza?
2.       ¿Cuáles son los dos Grandes Monumentales Fracasos de Paulo Freire relatados en el prólogo de su obra, La Pedagogía de la Esperanza? Y sin embargo superarlos con base en un valor, mismo que es resaltado por Carlos Nuñez, ¿Cuál Es?
3.       ¿En qué sentido se interpreta la expresión de Paulo Freire “Estoy en un profundo silencio activo”, referida en el prólogo de Pedagogía de la Esperanza?
4.       Argumenta la respuesta de Paulo Freire cuando dice que “Yo soy, -y te lo digo a ti Carlos- sustantivamente político y solo adjetivamente pedagogo
5.       ¿Qué es la palabra generadora en la pedagogía de Paulo Freire?
6.       ¿Qué concepto de participación le atribuye Carlos Nuñez a Freire y la definición pragmática que hizo de él?
7.       ¿Qué significa ser coherente en Paulo Freire, según el prólogo de Carlos Nuñez a la obra “Pedagogía de la Esperanza”?
8.       Argumenta por qué “El acto de educar y de educarse sigue siendo en estricto sentido un acto político…Y no sólo pedagógico” cfr. Prólogo a Pedgogía de la Esperanza de Carlos Nuñez.
9.       ¿Cuál es el sueño socialista de Paulo Freire y qué relación tiene con las Utopías?



ENSAYO SOBRE PAULO FREIRE Y LA EDUCACIÓN POPULAR

El presente material sirve para que tengas una idea de lo que es este tipo de escritura académica y puedas darle a tus escritos este estilo. Aquí el enlace para que consultes o bien otro aquí.
En espera de que sea para ti de utilidad en la confección de tu escrito personal sobre Paulo Freire y la Educación Popular, nos ofrecemos para ayudarte y asesorar tu borrador.

Un afectuoso Saludo, Profr. Sergio Velasco.

Lo prometido es deuda: Un ensayo como ejemplo de Engracia Loyo, sobre el tema de la Educación en México aquí.

La estructura posible del ensayo:



 
 
Saludos y buen ensayo del bloque II.
 
Cualquier duda, espero sus consultas, Profr. Sergio Velasco.

Pedagogía de la Esperanza

Hola a todos y todas:

Esta entrada contiene el enlace a otro blog donde su administrador publica la obra de Paulo Freire que lleva el nombre de esta entrada.

Pueden teclear aquí para que bajen el libro completo. Saludos y espero que el Prólogo de Carlos Nuñez Hurtado, Mexicano, educador popular, sea la mejor manera de adentrarse en las profundidades del alma de Paulo Freire.

En este enlace encontrarán un análisis sintético del Pensamiento de Paulo Freire, revisen, pregúntense, sientan y permitan que en su vida se perfile el Alfabeto consciente que está por revelarse en cada una y cada uno de Ustedes:

Se los ofrezco:



 Índice

Prólogo, por Carlos Núñez Hurtado                                                                                                   11
Primeras palabras                                                                                                                                 23
I                                                                                                                                                            31
N                                                                                                                   71
In                                                                                                                  107
IV                                                                                                                                                        131
V                                                                                            167
VI                                                                                                                                                        187
VD                                                                                                                                                       217

Notas, por Ana Maria Araújo Freire                                                                                             237




Prólogo

Fue en el año 1977; Francisco Gutiérrez, connotado comunicador y educador, organizó un seminario en San José, Costa Rica, para compartir con Paulo Freire y otros invitados la propuesta y la práctica de su "Metodología del lenguaje total".

Raúl Leis de Panamá y yo participamos del privilegio de compartir esa inolvidable experiencia, que nos permitió conocer personalmente a Paulo, tanto en foros académicos en la universidad como en reuniones de intensa discusión con el equipo de Francisco, así como en largas, informales y muy humanas conversaciones, mientras viajábamos por las entonces polvosas carreteras de Talamanca en la costa atlántica de Costa Rica. Nacho Santos, mexicano radicado en ese entonces en aquel bello país, colaboraba en el equipo que aplicaba el "lenguaje total" en aquella apartada región.

Conducía el carro, mostrándonos las comunidades triétnicas y el hermosísimo paisaje y explicándonos los primeros estragos que en la vida, cultura y economía de los habitantes de la zona y en la ecología de aquella región causaba la "invasión" creciente de las compañías de explotación turística. Así también tuvimos la oportunidad de conocer a Paulo "en mangas de camisa", recordando vivencias, como cuando conversamos sobre el tema de la experiencia que tuvo Paulo cuando, hacía muchos años, estuvo a punto de ahogarse en alguna playa de Brasil. El tema de la vida y la muerte y el tránsito de un estado a otro nos hicieron filosofar un buen rato sobre el sentido de la vida, el compromiso y la trascendencia mientras saboreábamos algunas frutas aderezadas con el polvo de aquellos apartados caminos vecinales.

En toda esa inolvidable experiencia fuimos conociendo al profundo, auténtico, tierno y comprometido ser humano que envolvía y cobijaba al intelectual y pedagogo de los oprimidos que a tantos y tantos nos había hecho abrir los ojos, la mente y el corazón, mirando de nuevas maneras a los más desprotegidos, a los explotados de siempre.
Paulo Freire es fundamentalmente, para mí, el ser humano más humano que he conocido, y por ello quiero hablar tanto de él como de su obra.

Su obra había llegado a México a finales de los sesenta, causando un gran impacto en un país que "despertaba" -aunque, a decir verdad, nunca estuvo dormido- de una especie de letargo prolongado, en el que la "estabilidad", la "paz social" y el "desarrollo" del partido-gobierno habían quedado seriamente cuestionados por la crisis del 68. En ese México agitado y fértil por la sangre del 2 de octubre en Tlatelolco, las propuestas de Paulo Freire germinaron de inmediato en muchísimos estudiantes, profesores, intelectuales, religiosos y religiosas, miembros de organizaciones no gubernamentales y de movimientos sociales, que encontrábamos en sus sugerentes propuestas políticas teóricas y pedagógicas un sendero que animaba a muchos a ponerse en marcha (y a otros nos ayudaba a precisar el rumbo ya emprendido) tratando de abrir camino en un espacio político monolítico, cerrado y autoritario.

La cerrazón del sistema, el corporativismo asfixiante y la falta de expresiones políticas "legales" (hay que recordar que la reforma política en México vino casi diez años después) hicieron que miles de conciencias intranquilas, "concientizadas" por Paulo Freire, dieran pie al desarrollo de una creciente, vigorosa y militante corriente de "educación popular", que hoy rinde frutos muy importantes en el contexto político mexicano. Pero algo similar ocurrió en todo el continente, aunque el impacto y la adopción de sus propuestas no podía ser ajena a cada contexto particular, a cada situación política determinada, por lo que las particularidades de ello son obvias y -de alguna manera el mismo Paulo nos habla de ello en el libro, pues, en este nuevo trabajo, no sólo nos ofrece ideas sugerentes y compromisos renovados, sino que nos hace conocer y sentir al hombre que sustenta esas ideas y esos compromisos, así como los contextos y circunstancias de sus búsquedas.

Es un libro en el que nos cuenta Paulo, anecdóticamente, testimonialmente, cómo fue desarrollándose su vida y su compromiso, siempre vital, siempre fresco, siempre en búsqueda de la coherencia; se nos presenta él mismo con sus dudas, sus angustias, sus aprendizajes, sus hallazgos y sus legítimas reivindicaciones ante una serie de detractores -principalmente de la vieja izquierda- que lo cuestionaban por no ser "radicalmente revolucionario"; hoy, Paulo con razón les imputa su crítica de entonces con su mismo compromiso y definición fundamental de siempre, mientras muchos de aquéllos hoy en día se han convertido en defensores y promotores del más rampante neoliberalismo.

Y es que la búsqueda de la coherencia quizá sea el principal valor, la principal virtud del Paulo que conocimos por aquellos lejanos años sesenta y setenta y que se sigue manifestando plenamente en la Pedagogía de la esperanza. Ésa es la razón por la que, viviendo con plena conciencia los tiempos actuales, no "repite" un discurso gastado, sino que rescata y reafirma sus convicciones y definiciones sustantivas de entonces, justamente haciéndolas valer en los tiempos actuales de tantas confusiones, de tantas derrotas y hasta claudicaciones. En aquella ocasión en Costa Rica fuimos testigos de algunos episodios que me gustaría referir (ya que Paulo no los menciona) y que -también anecdóticamente, siguiendo el "tono" del libro- dan cuenta de lo que afirmo.

Una de estas vivencias se desarrolló en un lejano poblado en la frontera con Panamá. Raúl Leis y yo la contamos en el libro que he publicado, "Más sabe el pueblo ... "Anécdotas y testimonios de educadores populares, de la siguiente manera:
La comunidad se llamaba "Cheis" (según la pronunciaban) y todos creímos que era un vocablo indígena, hasta que nos aclararon que no, que el nombre lo había tomado la comunidad del apellido del dueño de la bananera que controlaba toda la región, un gringo llamado
"Mr. Cheis".

Pero, volviendo al cuento, en esa reunión Freire estaba muy callado ... la verdad, todos esperábamos que él estuviera hablando. Cuando se terminó la reunión, creo recordar que alguien le preguntó por qué estaba tan callado, por qué no estaba participando. Entonces él dijo: "Estoy en un profundo silencio activo". Luego explicó el sentido de su respuesta. Cuando él estaba en Guinea haciendo un trabajo con los campesinos, en un taller cuyo tema era el de la salud, había un viejito que estaba siempre callado. No participaba en ninguna de las dinámicas que ponían los coordinadores en las mesas; estuvo en una esquina, completamente callado, sin participar, durante tres semanas.

Pero un día, al final del taller, le pidieron que identificara una "palabra generadora". Y se para el viejito que nunca había hablado y dice: "Salud es liberación, porque la salud se asocia con la liberación del hombre", etc. Hizo entonces una larga y muy clara exposición analítica de todo lo que se había venido tratando durante esas semanas. Entonces todo el mundo le dice: "Oiga, pero usted no había hablado, pensábamos que era mudo; en todas las dinámicas no hizo ruido, no participaba para nada". Él contestó: "No, yo estaba en silencio, en un silencio activo".
De esta manera, refiriéndonos esta anécdota suya, Paulo Freire nos dio su punto de vista respecto a la participación y su verdadero significado. Cómo hay momentos en que uno debe interiorizarse, en "silencio activo", y por tanto ni el grupo ni los coordinadores deben presionar a todos a tener el mismo nivel de participación en todo momento. Esa mañana entendimos muy claramente lo que significaba el concepto de la participación, componente esencial de la pedagogía actual. Y no lo comprendimos escuchando a Paulo disertar sobre él, sino siendo profundamente coherentes con la lógica y el sentido de la participación popular. Freire había sido llevado hasta lo profundo de la montaña costarricense (frontera precisa con Panamá), y, habiendo a su vez aprendido del anciano del África lejana, nos dio a todos, coherentemente, una verdadera "lección" sobre participación.

En el viaje de regreso a Puerto Limón, unos compañeros pescadores nos invitaron a comer bajo una palapa a las orillas del Caribe; era ya el atardecer y los pescadores nos obsequiaron con una deliciosa langosta hervida. Paulo, en aquel maravilloso ambiente, se atrevió a pedir yuca con leche, complementos de recordados momentos de su infancia "nunca más, por tantos años, revividos". Ahí entre los colores maravillosos del Caribe, entre recuerdos y sabores recuperados y sobre todo entre aquel grupo humano tan unido -a pesar de no habernos conocido antes-, dialogamos con Paulo sobre el sentido profundo de la palabra del pueblo, de su ritmo, de su visión, de su sabiduría, de su palabra pronunciada y de aquella guardada, siempre fértil y certera, cuando se "dispara" oportunamente, ni antes, ni después.

Paulo trabajaba intensamente por aquellos tiempos en Guinea Bissau y entusiasmado platicaba, aquí y allá, junto a un café, en un receso de las jornadas de la universidad, o en medio de una comida, de sus aprendizajes con el pueblo africano. "Leímos" así, de sus labios y de su entusiasmo sin disimulo, las "cartas a Guinea Bissau" que cargaba siempre en su versión mecanográfica y que mostraba y señalaba a cada momento, como queriendo convencernos, y convencerse él mismo, de que eso que decía y tanto le entusiasmaba era cierto, tan cierto que él mismo se había atrevido a dar cuenta de ello poniéndolo por escrito en aquellas páginas que acariciaba con amor, al mismo tiempo que nos las leía de memoria, sin abrirlas siquiera, porque eran ya parte segura de su praxis, de la única verdad que vale la pena tener
por verdad, porque es viva, es propia, es personal... pero también es viva porque es de muchos, porque es de todos y a todos quiere servir; porque, por ser viva, se mueve, cambia, avanza y retrocede ... pero no muere ni claudica.

Así es la verdad del Paulo que conozco, así leo con pasión y entusiasmo, cuando en medio de la debacle, de las flaquezas y traiciones, nos hace recorrer su propia vida, dando cuenta en ello del constante aprendizaje que su propia práctica comprometida le ha dado, y que él, tan impactantemente, ofreció y ofrece al mundo entero.

Por todo ello puede con autoridad moral reiterar su crítica certera al autoritarismo aniquilador, de cualquier época; tanto del aparentemente triunfante liberalismo como de los vacíos y contradictorios procesos de los socialismos reales de la Europa oriental. Critica con certeras afirmaciones a quienes, desde la más rígida ortodoxia de izquierda, calificaron de reformista, pedagogista y retrasador de las luchas revolucionarias del continente. Sigue pronunciando una palabra fuerte y clara contra los opresores y en favor de los oprimidos, aunque hoy adquieran nuevas personalidades y estrenen conceptos. Al re definirlos históricamente, no hace sino reafirmar la vieja contradicción entre las clases antagónicas según su expresión de hoy, de los noventa, en el mundo de los noventa pero con las injusticias de los sesenta y de siempre al afirmar que "la lucha de clases no es el motor de la historia, pero ciertamente es uno de ellos". Por eso insiste en el rigor del uso del lenguaje, por eso reafirma que el tema de los contenidos no puede ser ajeno al de los objetivos que se persiguen, ni mucho menos al de cómo se trabajan esos contenidos.

El acto de educar y de educarse sigue siendo en estricto sentido un acto político ... y no sólo pedagógico. Por ello también, al reconocer el fracaso del socialismo real afirma optimista que es justamente la oportunidad de "continuar soñando y luchando por el sueño socialista, depurándose de sus distorsiones autoritarias, de sus actos totalitarios, de su ceguera dogmática". No se maneja con eufemismos; no. Reafirma su vocación socialista (así, con mayúsculas) como ese modelo humanizante y libertador que siempre ha soñado, pensado, propuesto, pero sobre todo por el que ha luchado coherentemente.

En aquel referido encuentro en San José, una noche -la última- tuvimos una pequeña fiesta de celebración y despedida. Éramos apenas unos cuantos. Inevitablemente, poco a poco, sin perder el gusto y el ánimo de celebración festiva, la conversación volvió a ser la protagonista de la fiesta y las ideas, el alimento de la misma. Hablábamos del tema de la seguridad personal, de las amenazas siempre presentes por parte de los enemigos de toda causa justa en cualquier lugar del mundo. En la reunión había varios que explícitamente se entendían y actuaban desde una óptica y compromiso religioso. Aunque quizá todos -o la gran mayoría éramos cristianos, había como dos tendencias no contradictorias pero sí con diferentes matices: quienes se empeñaban en entender la Pedagogía del oprimido desde una perspectiva más propiamente pedagógica (que dio origen a aquella tendencia psicosocial del pensamiento freireano que obligó al propio Paulo a autocriticarse porque, aun sin pretenderlo, había provocado con algunas de sus afirmaciones ligadas al tema de la concientización) y los que la entendíamos también en su dimensión política.

La conversación fue riquísima y de gran impacto para todos. Cuando terminó la fiesta, una amiga nos llevó en su carro al hotel. En el camino, me resultó imposible no hacer algún comentario al respecto, como queriendo todavía aprovechar aquellos minutos para saborear el "postre" de aquella rica sesión. "Es muy claro -me dijo más o menos- que los compañeros mantienen todavía una posición muy ingenua que, siendo honesta y comprometida, manifiesta su posición religiosa de influencia metafísica. Y por eso tratan de interpretarme a mí como pedagogo; mas yo te digo a ti que soy sustantivamente político y sólo adjetivamente pedagogo."

Estas últimas palabras sí fueron exactamente dichas así, porque nunca se me pudieron olvidar. Me marcaron para toda la vida, y cuando las leí en otros trabajos, siempre evoqué esta noche inolvidable en la que Paulo se definió, como lo hizo también en el momento en que -según nos cuenta- abandonó su trabajo de abogado que lo llevaba a entrar en contradicción con sus principios y valores. Como se definió de palabra y obra cuando, coherente con su propuesta, fue escribiendo, como quien teje poco a poco, con paciencia de artesano, su vida y su aprendizaje compartidos con Elza y otros muchos compañeros y compañeras, su Pedagogía del oprimido, que por ser de él, como él es, ha acabado siendo nuestra. Como se definió en el Brasil de los sesenta, que lo hizo "tener que redefinirse" –involuntariamente por el exilio por el que tanto sufrió, pero que tanto le ayudó a vivir y sentir con realismo total la tristeza y la saudade. Exilio que le ayudó a vivir otras realidades, otras luchas, otros pueblos, otras afrentas y atropellos; otros colores, razas, inteligencias. Otros liderazgos y sabidurías, de tantas gentes, en tantos contextos, que lo volvieron todavía más universal, más de todos.

A poco más de veinte años, Paulo reescribe ese compromiso ético e histórico, sin variar en lo esencial, pero enriquecido con su aprendizaje en su larga lucha y fecunda experiencia con los campesinos de Jamaica o de Chile o de África, al igual que con los migrantes españoles en Suiza, o con sus debates en Estados Unidos o Australia.

Es la praxis la escuela de este buscador incansable de la coherencia, de la tolerancia (que él mismo define ahora en forma hermosa y contundente al decirnos que es: "la virtud revolucionaria que consiste en la convivencia con los diferentes, para que se pueda luchar mejor contra los antagónicos"). Hermosa forma de reafirmar su compromiso, sin claudicar de sus posiciones políticas, pero también sin tratar de imponerlas a nadie. Coherencia parece ser la palabra clave que le lleva a transitar este difícil camino de búsquedas, hallazgos, dudas, exilios, saudades, golpes de Estado impensables, quiebres históricos y derrumbes de muros,
claudicaciones, reafirmaciones heroicas ... y poder decirnos con fuerza, casi gritarnos, que existe la esperanza, que los sueños existen, que no han muerto las utopías, por las que paradójicamente tantos han tenido que morir.

Así lo reafirmaba vehementemente en su casa de Sao Paulo en mayo de 1992, cuando me solicitó que escribiera estas líneas que son un compromiso y un orgullo para mí. Quizá el testimonio más elocuente de esa búsqueda de coherencia lo vivimos también en aquella ocasión en San José. Dentro del cargado programa de seminarios, charlas, visitas de campo, etc., había sido programada una conferencia magistral en el teatro Colón en San José.

Cuando Raúl y yo llegamos al teatro, las puertas habían sido cerradas, pues estaba a reventar, a pesar de que todavía faltaba bastante tiempo para la hora programada. No sin dificultad logramos identificarnos como parte del grupo invitado y pudimos al fin ocupar los asientos reservados en la primera fila de la luneta.

El acto por fin empezó y caímos en la cuenta de que se aprovechaba la figura de Paulo Freire para revestir un acto oficial, conmemorativo de Dinadeco (Dirección Nacional de Desarrollo Comunitario). En la mesa de honor, funcionarios, ministros, el propio Presidente de la República y Paulo Freire, acompañado de los organizadores de los eventos que habían hecho posible su visita a Costa Rica. Hablaron los ministros y funcionarios alabando sin pudor su propia institución y su propio trabajo, mientras el público interpelaba a gritos lo que consideraba mentiras y repudiaba así el montaje tan bien preparado para un acto más propagandístico que legitimador.

Llegado el momento, el animador presentó -¡por fin!- a Paulo Freire, quien muy suavemente dijo -palabras más, palabras menos- que cuando recibió la invitación para ir a Costa Rica había aceptado, pero poniendo ciertas condiciones, como moverse libremente, no tener cortapisas para hablar con nadie y cosas por el estilo; todas -dijo- han sido respetadas, pero no una, la más importante: no convertirlo en un mito; "puse como condición -dijo- no dar ninguna conferencia de este tipo ... y esto no ha sido cumplido. Yo quiero ser coherente –continuó y quiero ser un hombre de diálogo; por tanto, invito a todos los presentes [un teatro a reventar] a que dialoguemos, porque -insistió- yo no soy un mito y lucho contra mi propio mito".

Hubo un desconcierto absoluto, y del silencio eterno empezaron a surgir algunos rumores; poco después, algunas preguntas llegaron por escrito a la mesa. Alguna de las primeras, muy provocadora, le preguntaba -mejor dicho, le reclamaba- que cómo era posible que él, siendo el "pedagogo de los oprimidos", se prestara a ser invitado por un gobierno opresor y etc., etc. El clásico discurso "radical" de aquellos años, en pleno teatro y delante del Presidente.

Esta y otras muy pocas preguntas contestó Paulo Freire mientras el Presidente se retiraba, disculpándose por tener compromisos ineludibles. Pero no sólo él se retiraba. El público entero, primero poco a poco y después masivamente, se retiraba manifestando abiertamente su descontento, mientras Freire continuaba dando su opinión sobre los pocos temas planteados. Muy pronto, el teatro quedó completamente vacío y, en la mesa de honor, sólo Paulo y algunos de los organizadores. Raúl y yo, sentados en primera fila, no podíamos asimilar lo que estaba pasando. El mismo público juvenil, entusiasta y radical, que había peleado por entrar al teatro apenas minutos antes, dejaba al "mito" hablando solo.

Cuando terminó de comentar la última pregunta, Paulo dijo: "Éste ha sido mi segundo gran fracaso monumental; el primero, muy similar, me sucedió en alguna (no recuerdo cuál) universidad de Estados Unidos no hace mucho. Pero aunque esto sea muy duro, estoy contento, porque he sido coherente. He logrado ser coherente con lo que digo y con lo que pienso. He vencido mi propio mito ... y estoy contento por ello". Se levantó lentamente y bajó hacia la luneta, encandilado por las luces que le impedían ver a sus ya ausentes interlocutores; sorprendido, triste, golpeado pero orgulloso, nos descubrió ahí parados, fuertemente impactados, nerviosos y muy emocionados.

Al vernos ahí de pie, solos, se encaminó a nosotros y, al encontrarnos, nos abrazó a los dos en un profundo silencio que decía todo, sin tener nadie que decir nada. Permanecimos así no sé cuánto, ¿un minuto?, ¿dos? No lo sé; me pareció largo, íntimo y muy emotivo el tiempo que me hizo conocer y entender el valor humano profundo y el alma sensible y fraterna, que en aquel abrazo me enseñó más que cualquier tratado. Había luchado contra su propio mito ... y lo había derrotado.

¿Cómo no admirar y apreciar más al hombre que piensa, siente, actúa y se compromete así?
Difícil hablar de esto sin caer o provocar la mitificación que él mismo cuestiona. Pero basándome en su humildad y sencillez me arriesgo a hacerlo, para reconocer el valor de la autenticidad ... y justamente por ello ayudar a encontrar AL HOMBRE, para no seguir buscando al mito.

Hoy, muchos años después y habiendo tenido algunos otros encuentros personales con Paulo -pocos en realidad- me emociono al recordar aquello y al leerlo y sentirlo tan igualmente humano, coherente y comprometido, cuando nos convoca a soñar y luchar por la esperanza, que nunca, como tampoco los sueños, ha muerto.

De eso da cuenta Paulo en su libro, porque es el libro de sus ideas, sus sueños, sus búsquedas y sus siempre coherentes compromisos. Porque es el libro de su esperanza, que tan generosamente nos ofrece para que la hagamos también nuestra.

Gracias, Paulo.

CARLOS NÚÑEZ HURTADO